Trabajo haciendo instalaciones, pinturas y bordados en diversos materiales: telas de algodón, placas de yeso, madera, canvas, hojas de árboles, tierra, plantas. Exploro lo que estos materiales tienen para dar, acoplándome a su devenir orgánico.
Mientras trabajo no tengo un plan claro ni una imagen de llegada, sólo algunos lineamientos, climas, preguntas que flotan y gestos físicos que devienen en una acumulación de pruebas y errores. En mis obras no hay respuestas acabadas; hay capas, texturas de sentido y contrasentido. Materiales sobre los que se imprimen rastros de una conversación siempre inconclusa acerca de los vínculos humanos y los procesos de transformación, que se acerca a una fiesta o a un rito privado atravesado por la época, el contexto.
Encuentro en la práctica artística la posibilidad de preparar la mente para explorar terrenos inciertos, pensar sin pensamientos, rasgar la lógica de los discursos establecidos, del cálculo y la especulación a través de una experiencia física e intuitiva. Intento llevar mi relato personal hacia un lugar abstracto, donde la narración se derrite, ampliándose para dejar ver con más claridad.
Transformándola en una matriz, una vibración capaz de evocar ciertas emociones y pensamientos. Capaz de despertar la vida palpitante.
Paso bastante tiempo fuera de mi taller, dedicando mi tiempo a otras actividades como la gestión cultural, la docencia, labores en el ámbito de la salud, proyectos participativos, investigaciones en otros campos como la astrología, las religiones comparadas, y actualmente la psicología y las constelaciones familiares.
Cuando vuelvo a la pintura, ella me recibe, me renueva y me devuelve al trabajo con las personas. La pintura es una fuente.
Mientras trabajo no tengo un plan claro ni una imagen de llegada, sólo algunos lineamientos, climas, preguntas que flotan y gestos físicos que devienen en una acumulación de pruebas y errores. En mis obras no hay respuestas acabadas; hay capas, texturas de sentido y contrasentido. Materiales sobre los que se imprimen rastros de una conversación siempre inconclusa acerca de los vínculos humanos y los procesos de transformación, que se acerca a una fiesta o a un rito privado atravesado por la época, el contexto.
Encuentro en la práctica artística la posibilidad de preparar la mente para explorar terrenos inciertos, pensar sin pensamientos, rasgar la lógica de los discursos establecidos, del cálculo y la especulación a través de una experiencia física e intuitiva. Intento llevar mi relato personal hacia un lugar abstracto, donde la narración se derrite, ampliándose para dejar ver con más claridad.
Transformándola en una matriz, una vibración capaz de evocar ciertas emociones y pensamientos. Capaz de despertar la vida palpitante.
Paso bastante tiempo fuera de mi taller, dedicando mi tiempo a otras actividades como la gestión cultural, la docencia, labores en el ámbito de la salud, proyectos participativos, investigaciones en otros campos como la astrología, las religiones comparadas, y actualmente la psicología y las constelaciones familiares.
Cuando vuelvo a la pintura, ella me recibe, me renueva y me devuelve al trabajo con las personas. La pintura es una fuente.